Cada mañana me despierto, sigo las huellas que deja tu cuerpo en mi cama, y respiro tu perfume.
Sé que hoy no sonará el despertador, se callará solo para dejarte dormir.
Que ni los pájaros piarán por no despertarte, que el sol tratará de acariciar tu rostro a media mañana y se esconderá al anochecer.
Te veo y se me retuerce la voz, no me salen las palabras, me enmudezco a medida que tus ojos recorren mi cuerpo. Y creo que no hace falta hablar, que una sola caricia lo dice todo, me incita a entrar de nuevo en tu vida, a besarte, a quemar la noche a tu lado.
Me da igual que ya sea tarde, que las calles no estén puestas y que no haya salido ni el sol ni la luna, porque yo quiero seguir contigo, hablando de extraterrestres, y de viajes al infinito.
Mi cabeza se marea como si viviera en diversos mundos paralelos, y en cada uno, te quiero de una forma. Eres tan guapa... Dichosos son los ojos que pueden verte. Sí. Dichosa soy yo.
Oh Dios...Ojalá la noche fuera eterna y tú no me faltaras nunca. Viviría por ti como lo hago a menudo. Soñaría contigo y no se haría, si no tu voluntad.
Ojalá todo fuera cierto y no quisieras compartir este mundo sin mi.
Ojalá.
Pero de momento, limítate a despertar...Que la noche ya pasó, y aún añoro tus manos sobre mi cuello y tus labios sobre mi vientre...
Calla. Y bésame.